Después de una larga temporada ausente (parte por falta de tiempo, parte por no tener cosas muy interesantes que decir) vuelvo a retomar el blog donde lo dejé, es decir con algún comentario sobre los sitios que junto a unos amigos visité este agosto pasado, y que gracias a unas pequeñas acuarelas (algunas más afortunadas que otras) rememoro ahora en la comodidad del brasero invernal. Ahora es el turno de la capital de Estonia, o como la conoce algún amigo mío, como la ciudad del amor:
Tallinn

La ciudad, como el resto del país, se ha sacudido con premura la influencia soviética, todavía tan reciente, y tiene ese aspecto entre clásico y moderno de cualquiera ciudad centroeuropea (y lo dice uno que ha viajado poco).
Sólo una cosa compite en belleza con sus calles, murallas, torreones y catedrales, y es la belleza y amabilidad de sus féminas, con una curiosa mezcla entre el exotismo ruso y la exuberancia escandinava (se que éste comentario se aleja del tono general del blog, pero me se de muchos que me iban a echar en cara que no reflejara este hecho casi empírico).
Próxima parada, Tampere....