La razón de escoger este año Finlandia (y especialmente Helsinki) como destino de unas pequeñas vacaciones con amigos fue el grato recuerdo que de Suecia y Dinamarca nos trajimos el año pasado. Y queríamos más norte, aunque distinto.
No ha defraudado. Tampere y Helsinki (y entre medias Tallinn) fueron las escogidas.
Quizás sean sus bosques, su verde, su extraña luminosidad o la amabilidad de sus gentes, pero el caso es que ha sabido a poco.
Helsinki
Helsinki es blanca, azul celeste (como la bandera de Finlandia) y con algunos toques ocres que se observan mejor al atardecer veraniego. Toda la luz que recibe la catedral blanca (Tuomiokirkko) en la Plaza del Senado (Senaantintori) hace que se ilumine, y que incluso tras la puesta de sol, todavía se ilumine como un faro para los barcos que entran en el puerto de Kauppatori.
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